El estudio y la práctica orgánica de las destrezas requeridas para la litigación oral encuentran su presupuesto teórico en la profunda reforma procesal, que ha significado un cambio de paradigmas en la cultura jurídica nacional y que debe necesariamente ser recogida por los profesionales en su perfeccionamiento; prueba de ello, es la ya consolidada reforma procesal penal, la implementación de la reforma de familia, la vigencia del nuevo proceso laboral y la inminente reforma procesal civil, que en términos esenciales contemplan un proceso oral ante jueces letrados.
Considerando que en el modelo procedimental vigente hasta antes de las reformas mencionadas, las exposiciones verbales practicadas habitualmente se circunscribían a los alegatos ante las cortes, y que las audiencias del nuevo proceso penal difieren sustancialmente de las materias y de las facultades de los jueces tras la reforma de los procesos de familia y del trabajo, es que aparece la necesidad de incorporar al estudio del derecho, la enseñanza y práctica de estas habilidades.
Tales destrezas se relacionan fundamentalmente con la capacidad para transmitir adecuadamente al tribunal la teoría del caso propuesta por su parte, conducir de manera estratégica y convincente la presentación de las pruebas, especialmente la testimonial y en general, utilizar eficazmente ciertas técnicas, claves y consejos para maximizar las habilidades y el rendimiento profesional del litigante y de este modo elevar la eficacia de sus intervenciones.